viernes, 23 de septiembre de 2011

Tecolote y psicoanálisis

Hoy pasé un rato agradable en el tráfico, ¿cual es la razón? cosa simple, escuchaba el disco de Putumayo dedicado a México. Y me encontré con algo por demás curioso, esta canción:

Si yo fuera un tecolote
no me gusataria volar
estuviera en mi nidito
acabándome de criar

yo soy el tecolotito
que viene de potosí
nomas me vengo a llevaaaaaaaar
a una pollita de aquí

yo soy el tecolotito
que viene de apatzingan
nomas me vengo arrimaaaaaar
a una pollita de aca


Y por momentos imaginé a una de mis maestras realizando una interpretación psicoanalítica de la copla:

"Al parecer el tecolotito mantiene una simbiosis morbida con una madre por demás devoradora y castradora, dicho tecolotito a pesar de su madurez no se le ha permitido volar, como su respectiva etapa dicta, sino que ha desarrollado una fijación que lo mantiene en la etapa oral, consecuencia de lo anterior en su vida adulta (aun infantilizado por referirse a si mismo en diminutivo), está condenado e imposibilitado para establecer relaciones sanas y duraderas, ya que adicionalmente se ha visto fuertemente afectado por la ausencia de la figura 'Tecolote Padre', que le diga: 'Detente tu madre es mía y no te pertenece', dando resolución a un posible complejo de Edipo. En lugar de eso preserva un lazo donde ha sido fuertemente erotizado por la madre Tecolota. Lo único que conseguirá (a excepción de que decida iniciar un tratamiento psicoanalítico a largo plazo) es ansiedad y frustración, debido al efecto tortuoso de llevar relaciones ambivalentes donde predominan elementos histéricos, 'llevándose' y 'arrimándose' a las que él llama 'pollitas de acá'".


El Tecolote by La Calaca on Grooveshark

domingo, 18 de septiembre de 2011

susurros y manzanas

Este jueves, casi religiosamente como todos los jueves, fui al mercado a comprar mis manzanas.

El viernes por la mañana, me disponía (no sin peculiar alegría) a lavar uno de esos frutos y disfrutarlo plácida mente (en compañía de mis cobayos). Sin embargo, no tarde en darme cuenta que mis manzanas estaban estraviadas, perdidas, simplemente ausentes.

Tarde poco en voltear la cocina y buscar en cada uno de sus recovecos, en busca del objeto extraviado, o en su defecto del rapaz infame que tuvo la osadía de hurtar y privarme del nectar de mis manzanas.

Una serie de pensamientos asaltaron mi mente, sabía que no las había dejado en el puesto, sabía que me las habían entregado, e inclusive recordaba el billete con el que había pagado y el cambio devuelto (incluyendo la tarifa elevada de 3 pesos desde el jueves anterior).

Afortunadamente un día después, mis manzanas aparecieron, tuvieron el detalle de regresar de aquel portal cuántico donde se habían escabullido y aparecieron (según mi madre), en uno de los lugares en los cuales ya las había buscado.

Y es que en esos momentos, personas normales como yo, nos cuestionamos el contacto que tenemos con la realidad, sé de antemano que poseo un grado elevado de neurosis (aunque funcional), quizá hasta rasgos histéricos, pero nunca, jamas, en los 9 855 días de vida he experimentado episodios psicóticos.

Quizá deba dejar el teclado unos minutos, y degustar esa manzana, no escapará de mis jugos gástricos... aunque la fruta insista en susurrarme, hablarme, gritar, que tome el cuchillo, me ruegue que la parta.