No es posible dormir,
y ante la imposibilidad de soñar
(solo por bastardear a mis demonios),
mataría por soñar aletargado.
y en aquellas telas oníricas, mecerme
solo por el afán de rasgar esos capullos
descubrir por aquellos vórtices,
que la nada no es precaria.
y al borde de tumultos y rupturas,
al más mínimo despabilo apercibirme
que no hay telas ni capullos,
solo sábanas que nos separan.
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